lunes, 20 de julio de 2015

El diván del sociólogo: 'Tempus fugit'


Ayer mientras hacía cola en la línea de caja de un centro comercial cualquiera, oí a una  señora ya entrada en años cómo se quejaba amargamente de la espera  porque solo había una caja abierta. Bramó literalmente a su acompañante "piensan estos que nuestro tiempo no vale". De repente, como un huracán de flashes, me vino a la mente escenas similares que he vivido en otros contextos. Como por ejemplo en la cola de la ventanilla del banco, en la sala de espera de los consultorios médicos donde los juramentos en hebreo resuenan por doquier, en la mismísima cola del paro, paradójicamente, nadie puede parar de mover los pies en evidentes signos de desesperación. Y aquellos que antes de cambiar el disco del semáforo ya están  prestos y dispuestos a obsequiar al conductor de delante con su asidua "pitorrada".

Y volví a la pregunta originaria. ¿Cuánto vale nuestro tiempo? Pero aún pensé algo más. ¿Qué clase de tiempo quiero? Según datos actualizados del INE (instituto  Nacional de Estadísticas), la esperanza de vida en España es de 80 años en el hombre y 85 años en la mujer. Pero esto son términos cuantitativos. Si nos fijamos en  nuestro alrededor vemos que nuestra calidad de vida se ve mermada por nuestro estilo de vida. Correr y correr como pollos sin cabeza, agobiados, saturados, con prisas innecesarias. ¡Lo queremos todo y lo queremos ya! No podemos dejar pasar ese bus, tenemos que ser los siguientes en ser atendidos. "No tengo tiempo", "voy muy liado". Estas expresiones ya forman parte de nuestro lenguaje cotidiano.



¿Consecuencias? Muchas y diversas: aparecen patologías asociadas a ese estilo de vida frenético. Estrés, ansiedad, depresión... para los cuales hay fármacos a go-go. Pero sobre todo la sensación de ver que pasan los años y apenas nos damos cuenta de lo vivido. No sabemos saborear con calma los acontecimientos. Nos falta paz y sosiego. Es un ritmo impuesto, creado artificialmente y solo cada uno de nosotros tenemos la capacidad de revertirlo. De nada sirve pasar cinco días en un spa si los restantes 360 vivimos con el alma en vilo, sino darle al tiempo la calidad que nos merecemos y dar la importancia justa a lo fundamental y no a lo secundario.

Noto cómo toca mi hombro, la señora de detrás y me dice cual gallo de pelea: "Le toca a usted y no tengo todo el día". “Señora...”- le contesto- “...¿Sabe usted cuál es la esperanza de vida de la población española?”.

En Twitter: @tolosa77

No hay comentarios :

Publicar un comentario