Ayer mientras hacía cola en la línea de caja de un centro
comercial cualquiera, oí a una señora
ya entrada en años cómo se quejaba amargamente de la espera porque solo había una caja abierta. Bramó
literalmente a su acompañante "piensan estos que nuestro tiempo no
vale". De repente, como un huracán de flashes, me vino a la mente
escenas similares que he vivido en otros contextos. Como por ejemplo en la cola
de la ventanilla del banco, en la sala de espera de los consultorios médicos
donde los juramentos en hebreo resuenan por doquier, en la mismísima cola del
paro, paradójicamente, nadie puede parar de mover los pies en evidentes signos
de desesperación. Y aquellos que antes de cambiar el disco del semáforo ya
están prestos y dispuestos a obsequiar
al conductor de delante con su asidua "pitorrada".
Y volví a la pregunta originaria. ¿Cuánto vale nuestro
tiempo? Pero aún pensé algo más. ¿Qué clase de tiempo quiero? Según datos
actualizados del INE (instituto
Nacional de Estadísticas), la esperanza de vida en España es de 80 años
en el hombre y 85 años en la mujer. Pero esto son términos cuantitativos. Si
nos fijamos en nuestro alrededor vemos
que nuestra calidad de vida se ve mermada por nuestro estilo de vida. Correr y
correr como pollos sin cabeza, agobiados, saturados, con prisas innecesarias.
¡Lo queremos todo y lo queremos ya! No podemos dejar pasar ese bus, tenemos que
ser los siguientes en ser atendidos. "No tengo tiempo", "voy muy
liado". Estas expresiones ya forman parte de nuestro lenguaje cotidiano.
¿Consecuencias? Muchas y diversas: aparecen patologías
asociadas a ese estilo de vida frenético. Estrés, ansiedad, depresión... para
los cuales hay fármacos a go-go. Pero sobre todo la sensación de ver que
pasan los años y apenas nos damos cuenta de lo vivido. No sabemos saborear con
calma los acontecimientos. Nos falta paz y sosiego. Es un ritmo impuesto,
creado artificialmente y solo cada uno de nosotros tenemos la capacidad de
revertirlo. De nada sirve pasar cinco días en un spa si los restantes 360
vivimos con el alma en vilo, sino darle al tiempo la calidad que nos merecemos
y dar la importancia justa a lo fundamental y no a lo secundario.
En Twitter: @tolosa77
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